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Un eufórico Lula da Silva levantaba este viernes en Copenhague la bandeja en la que llevaron el sobre con la candidatura triunfadora para celebrar los Juegos en 2016 |
AFP
VERÓNICA GOYZUETA | SAO PAULO
En el objetivo de los fotógrafos de todo el mundo esta semana en Copenhague no estaban ni Barack Obama, presidente de la nación más rica del mundo, ni Pelé, el mejor futbolista de todos los tiempos. Bajo los flashes estaba Luiz Inácio Lula da Silva, un hombre de origen humilde que huyó con su familia del hambre y la sequía del noreste -la región más miserable de Brasil- para convertirse en un obrero, en un sindicalista, en presidente de Brasil y, sin duda, en un gran líder mundial.
«Todavía me pellizco para ver si es verdad», afirmó ayer Lula acerca de la conquista del sueño olímpico para Río de Janeiro, en la que él fue la principal baza brasileña. Es también el momento de la coronación de un líder que conquistó al mundo con su simplicidad y carisma, pero principalmente con los resultados de una economía pujante. Un estudio del Banco Mundial citado en Copenhague por el presidente del Banco Central brasileño, Henrique Meirelles, prevé que en 2016 el país debe pasar de ser la décima economía mundial a la quinta. «En 2014 uno no reconocerá este país que crece sistemáticamente y que se está transformando. Seremos la nueva potencia del siglo XXI», dijo la ministra de la Casa Civil, Dilma Rousseff, brazo derecho de Lula y su candidata a sucederlo en 2011.
Lula fue el presidente brasileño que más viajó durante su gobierno, tanto para lograr acuerdos con países desarrollados, como para ofrecer tecnología brasileña a países latinos y africanos. La energía tuvo un papel fundamental en el diseño de ese liderazgo, desde la inversión en el desarrollo de combustibles limpios a los recientes descubrimientos de grandes yacimientos de petróleo en el fondo del mar.
«Es el hombre»
Lula da Silva tiene excelentes relaciones con los principales líderes del mundo y sabe moverse en todas las arenas. Tras conocerse el triunfo de la candidatura de Río, recibió la llamada de Obama -de quien se dice amigo- y de Hugo Chávez. A pesar hablar sólo en portugués, es capaz de encantar a todos los líderes con los que se encuentra, de arrancarle una sonrisa a Angela Merkel o a la Reina Isabel de Inglaterra, y de oír de Obama la frase: «That´s the man» (es el hombre) en medio de una reunión del G-20. «Aún no soy amigo de Hatoyama (Yukio, primer ministro japonés) porque acaba de asumir (el poder). Pero lo seré», decía Lula en Copenhague, con su humor y simplicidad que encanta a todos.
Pero si se deja a un lado su discurso amable, aparecen las conquistas brasileñas. Lula insiste en que con su gobierno Brasil deja de ser un país de segunda clase, y su voz resuena dentro y fuera del país. «El liderazgo de Lula se forjó en las adversidades relacionadas con su origen y en la diversidad de las culturas con las que se enfrentó durante su trayectoria sindical», declaró a ABC Jacques Marcovitch, ex rector de la Universidad de Sao Paulo y consultor Senior del Foro Económico Mundial para América Latina.
Lula da Silva, según el catedrático, corona un proceso brasileño de 25 años de reconstrucción democrática y de 16 años de estabilidad económica, que tuvo precursores como el ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Marcovitch consideró además que reforzó su posición de líder regional por entender la dinámica y la lógica del poder, la diversidad cultural pero, sobre todo, cuando superó la reciente crisis global y cuando los programas de lucha contra la pobreza dieron resultados.
Un reto: Dilma Rousseff
Marcovitch cree además que Lula fue hábil al aprovechar las buenas prácticas de gestiones anteriores, como la estabilidad macroeconómica y al invertir en programas sociales. El catedrático resalta también su contribución a la mayor integración de Brasil en la economía mundial y la defensa de la democracia, como ocurre en el papel que Brasil ha asumido en la crisis hondureña. Sólo le falta un desafío: que Dilma Rousseff sea su sucesora, pero está en desventaja en las encuestas. Tal vez la conquista olímpica lo ayude.
Fonte:ABC.es/Blog Luis Nassif
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